El “inventor de la vacuna” fue Edward Jenner, un médico inglés de mediados del siglo XVIII y principios del siglo XIX (nació el 17 de mayo de 1749 y falleció el 26 de enero de 1823).
Jenner se interesó por la inoculación en el año 1796 al percatarse de la resistencia de algunas ordeñadoras de vacas al virus de la viruela humana. Al parecer, estas profesionales, al estar en contacto directo con las vacas, solían infectarse del virus de la viruela vacuna, un tipo de viruela similar a la humana que parecía proporcionarles cierta inmunidad a contraer esta última, aún en pleno auge de esta devastadora enfermedad por Europa.
Para probar su hipótesis, Jenner inyectó viruela de vaca en el brazo de un niño de ocho años (James Phipps). Siete semanas más tarde, tras recuperarse de la infección, Jenner introdujo a James un nuevo virus, esta vez el de la viruela humana. Por suerte para el menor y para el resto de la humanidad, James no mostró ningún síntoma de estar infectado por la viruela, probando la eficacia de este método para preservar a una persona de contraer la enfermedad.
(*) El término “vacuna” fue extendido por Louis Pasteur a finales de siglo XIX en memoria de Jenner y del origen de la solución a la enfermedad (vacuna proviene del latín vaccinia, nombre con el que se conocía comúnmente la viruela vacuna).